5.04.2016

E30 Mesa redona: de objeto de deseo a objeto creador. La mujer en el mundo del arte.

Una historiadora, una dramaturga, una socióloga, una profesora de la facultad en arte multimédia y una profesora de danza eran las componentes de la mesa redonda que hablarían del papel de la mujer en el arte (en cada una de sus especialidades) desde el principio de la historia de arte hasta la actualidad.

La mujer ha estado siempre invisibilizada como creadora, la relación de la mujer con el arte únicamente era la de ser musa y objeto representado(sí objeto). Una imagen que incitaba el deseo y que trataba de representar una vida y una sociedad que infravaloraba y menospreciaba a la mujer. INVISIBILIDAD es la palabra que mejor define a la mujer en el arte, el papel empleado por el sexo femenino se limita a las ocupaciones más bajas de la pirámide, pocas mujeres han logrado llegar a los puestos de poder. 

En el ámbito teatral, el puesto de mayor importancia al que llega la mujer es el de actriz, antes de eso son las costureras, las limpiadoras las peluqueras, etc.  Nunca productoras, guionistas o directoras, y en caso de ser así quedan a la sombra de un “gran hombre” que puede ser su hermano, su marido, su padre o cualquier hombre cercano a su ámbito. Como dato curioso debo decir que María Martínez Sierra (esposa de Gregorio Martínez Sierra, escritor y dramaturgo del modernismo español) fue quien escribió casi la totalidad de las obras de su marido, pero si escribo su nombre en Google el buscador me muestra miles de entradas que hablan de su marido, no de ella.Otro de los problemas en el mundo del arte dramático que no ayudan a la igualdad entre sexos son las obras de género, “de mujer a mujer”, que limitan la temática de las obras y estereotipa el sexo femenino.

En el mundo de la danza tenemos el mismo problema, las mujeres quedan relevada del proceso de creación y es únicamente un objeto de deseo (de nuevo la palabra objeto). Los hombres en cambio son identificados con dioses de las artes que interpretan la danza y la coreografían.  Durante el siglo XIX los hombres desaparecen del escenario y son maestros, coreógrafos y directores. La mujer gana protagonismo como bailarina romántica pero no se le permite establecerse en ninguno de los puestos de poder. En la danza el papel femenino representa la fragilidad, es etérea y deslumbra, en cambio el papel masculino es el de la fuerza y el poder. Llegado el siglo XX la mujer consigue escalar la pirámide. En la actualidad los porcentajes de mujeres y hombres coreógrafos y bailarines es bastante equitativo, aunque sigue siendo superior el número de hombres coreógrafos y las mujeres siguen sin llegar a los puestos de dirección. La Ópera de Paris nunca ha sido dirigida por una mujer.

Carmen Navarrete, profesora de nuestra facultad denuncia la discriminación de las mujeres en las artes visuales, afirma que los estereotipos impiden las capacidades de las mujeres y que los museos, aún a día de hoy, siguen jerarquizados. Da la sensación de que el papel de creación y de genio solo lo puede ocupar el sexo masculino. En nuestra facultad el número de mujeres en proceso de formación es mayor que el de los hombres, sin embargo el número de estudiantes que acaban siendo profesionales es mucho menor, solo un 20.5% de los artistas son mujeres.


A la pregunta ¿por qué no ha habido mujeres artistas? Navarrete responde que siempre ha habido mujeres en el arte pero quedaban relegadas a lo artesanal, de segundo grado, lo doméstico y privado. Este hecho se debe a que había un sistema que impedía que la mujer fuera considerada artista. Por otra parte la representación estereotipada de la mujer da lugar a la misoginia ya que la obra no es una representación inocente sino que refleja una sociedad. El sexo femenino esta hipervisibilizado como objeto pero como contrapunto está totalmente invisibilizado como sujeto de la creación.

Desde el punto de vista social debemos tratar este tema con un discurso inclusivo, en el que el tema de genero siempre este presente. El lenguaje androcéntrico, siempre presente, ha creado la sociedad patriarcal en la que vivimos y hemos vivido siempre. En el pasado una mujer podía triunfar en el mundo del arte siempre que firmara con un nombre de hombre. En la actualidad parece que siga siendo así ya que existe una gran diferencia entre el número de premiados-hombre y el número de premiadas-mujer en concursos y convocatorias de arte.

Esta discriminación está y es visible en todos y cada uno de los ámbitos artísticos (y no artísticos) y está en nuestra mano cambiarlo.




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